Este sótano, formado por una gran nave de diez tramos cubiertos por bóvedas de crucería que protegen la cisterna de agua, es hoy conocido como los baños de María de Padilla en alusión a la amante del rey Don Pedro y pasa por ser el espacio más fresco de este palacio. Sin embargo, es el vestigio de uno de los jardines de cruceros más espectaculares que conoció el occidente islámico. Desgraciadamente tras el terremoto de Lisboa la estructura sufrió importantes desperfectos que aconsejaron su relleno quedando para siempre separado lo que hasta entonces estuvo unido. Desde entonces el actual patio de Crucero y los llamados baños de Padilla sufrieron evoluciones separadas transformándose, el espacio que nuestra reflexión ocupa, en un lugar donde se alían lo subterráneo y lo acuático y que hospeda, como en las grutas y ninpheos de otros jardines manieristas, lo más arcano y esotérico del jardín. No por casualidad la fuente situada en el exterior del jardín de la Danza se denomina fuente del Signo.